Hoy sería el cumpleaños de
mi abuelo. Sin duda él es uno de los responsables de mi afición por la
gastronomía.
Para las celebraciones solía
invitarnos al Restaurante Francés; de allí recuerdo muchas “primeras veces”, el
palmito, el solomillo Enrique IV (por cierto la última vez que estuve aún lo
tenían en carta), el licor de kiwi sin alcohol…
Ni que decir tiene que en
Navidad siempre había alguna sorpresa
culinaria, como aquel año que los mayores comieron una especie de gusanos
blancos con tenedor de madera, yo no entendía nada ¿no se supone que en las
fiestas usamos la cubertería buena?
Algunos fines de semana
encargaba un “piscolabis” en el Benidorm, recuerdo sobre todo los fritos: las
gambas con huevo…
Por supuesto nuca faltaban
los pasteles, él siempre elegía el “huevo frito” un volován de hojaldre relleno de nata y coronado
con melocotón en almíbar.
Pero de lo que yo no era
consciente era que mi abuela creo para él “el menú degustación”; cuando llegaba
de trabajar casi no tenia apetito y mi abuela conseguía que comiese preparando
pequeñas raciones de sus platos preferidos. Ella era una gran cocinera, otro
día os hablare más de ella.
Hoy
cada vez que mis padres vienen a casa, mi madre siempre dice lo que él hubiese
disfrutado con nuestras comidas.Desde aquí quiero darle las gracias por muchas cosas, especialmente por El Quijote y la pasión por la gastronomía
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