Cuando era pequeña al acabar
las clases, mi madre, mis hermanas y yo nos trasladábamos al chalet de mis
abuelos; mi padre y mi tío venían a cenar y dormir y los fines de semana.
En los largos veranos de la
infancia daba tiempo de todo, de ver crecer las rosas, olerlas, ponerlas en
jarrones; de cortar el césped y disfrutar su aroma cuando se regaba al
atardecer; de hacer meriendas-cenas, de ver en la terraza los festivales de
Eurovisión, Benidorm… de jugar, de montar en bici, de soñar…
Los sábados comenzaban con
un desayuno especial leche, café para los mayores y cola-cao para nosotras,
tortas de aceite, madalenas…para terminar con huevos fritos (que mi madre y mi
abuela freían de tres en tres en una sartén especial) y ¡ese maravilloso pan de
pueblo! acompañados de chorizo o longaniza. Los hombres bebían vino en bota,
que previamente habían llenado de los barriles que mi abuelo guardaba en una
minúscula bodega; de hecho los mayores tenían que entrar agachados, si bebían
el vino allí lo hacían en cascaras de medio coco. Allí nunca se sabía que podía
pasarle al vino que mi abuelo colocaba en botellas en el tejado, con suerte se
disfrutaba un rancio estupendo, sino teníamos vinagre para la ensalada.
El agua se conservaba fresca
en botijos sabiamente colocados a la sombra y con gorritos de ganchillo en los
pitorros para que no entrasen las moscas.
En mi adolescencia un año
fui a las fiestas del pueblo de mi abuelo, Sestrica, las mujeres se reunían en
casas para enseñarse sus labores y los hombres iban de bodega en bodega
probando los diferentes vinos, no sé como convencí a mi abuelo pero conseguí
acompañar a los hombres. Por supuesto la ración que me daban era justo para
mojarme los labios, pero pude comprobar por mi misma que había diferencias
entre unos y otros… Esa es la primera vez que recuerdo haber tomado vino, luego
le siguieron los moscateles y pajarillas en el Placido o los blancos en el
Brujas.
Para Navidades en casa se
bebía “champan” de esas botellas doradas… hasta que un año mi tío trajo un cava
de Ainzón, cuando lo probé me di cuenta de que aquello era otra cosa… mi
curiosidad se despertó ¿Qué era lo que los hacia diferentes? En ese momento no
fui consciente pero el vino acababa de entrar en mi vida.
0 comentarios:
Publicar un comentario